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Castillo de Miravet

EL CASTILLO DE MIRAVET

Su origen puede atribuirse a la época califal, cuando Abd-al-Rahman III manda fortificar la frontera del Ebro entre Tortosa y Zaragoza a principios del siglo X, pero, aunque pueden observarse en él restos de la obra andalusina y aportaciones del periodo taifa y almorábide, la mayor parte de la construcción más significativa corresponde a la obra del Temple.

Treze años después de su conquista y donación a la Orden el castillo de Miravet ya ofrecía el aspecto que aun hoy en día se puede admirar, a pesar de haber sufrido seis guerras, dos órdenes de demolición, reformas carlistas, expoliaciones masivas y un largo abandono, conserva casi en su totalidad la estructura original románica y un total de 16 dependencias cubiertas que lo convierten en el castillo románico más integro del siglo XII en toda la confederación catalano-aragonesa.

Los templarios hicieron de él un magnífico y innovador castillo-convento, de auténtico espíritu cruzado inspirados, quizás, en los ribats islámicos y las fortalezas sirias y bizantinas. Su talla y obra, sin embargo, denotan una evidente influencia del estilo cisterciense provenzal, riguroso, austero y sobrio según los ideales de San Bernardo.

El recinto soberano constituye el cuerpo principal y dispone sus dependencias alrededor de un patio central, en tres niveles, destinándose el inferior a los menesteres del mundo "material" (silos, bodega, horno, cocinas, refectorio...) y los superiores a los oficios que requiere el mundo "espiritual" (dormitorios, claustro y temple en honor a Santa María de Gracia).

El recinto inferior es el destinado a la intendencia militar y de caballería y se compone de tres terrazas amuralladas y escalonadas donde se encuentran los establos, la prisión y el cementerio, entre otros.

En 1990 fue entregado en donación a la Generalitat de Catalunya y declarado Bien de Interés Cultural.

Aún en proceso de restauración, las últimas y más recientes actuaciones han hecho posible la visita de la mayor parte de les dependencias.

Se encuentra abierto al público y dispone de horario de visita y ticket de entrada. También de un servicio de audio-guía en diversos idiomas.

También pueden concertar visitas guiadas por el conjunto monumental de Miravet.

Para ello, Aurelio, ofrece diversos servicios de conferencias y coloquios sobre los que pueden ampliar información en la sección: "Lo Racó del Temple" (656 266 398).

La encomienda de Miravet

El mes de diciembre de 1152 se inició el asedio al último y más hostinado reducto musulmán del Ebro: el ribat de Miravet, donde los almorábides, auténticos monjes-guerreros del Islam, aún resistían consagrados a la Yihad dispuestos a morir antes que perder el paraiso que Alá tiene destinado a los mártires de la guerra santa. En el exterior un séquito del ejército de Ramón Berenguer IV, protagonizado por los caballeros del Temple, sus homólogos en la cruzada.

El 24 de agosto de 1153 el castillo cayó en manos de las huestes cristianas después de una fortísima y sangrienta batalla, tal y como se desprende de la donación que el mismo día hizo el príncipe de Aragón y conde de Bardelona a Pere de Rovira, maestre de Hispania y Provenza de la Orden del Temple de Salomón.

Con apremio y aún en territorio de reciente conquista y frontera con el enemigo, los templarios se afanaron en contruir un auténtico castillo cruzado, más propio de Tierra Santa, que pudiera contener futuros ataques para evitar la pérdida del nuevo reino y sobretodo controlar y defender el paso del Ebro desde Tortosa hacia el interior.

Pero lo que no podían haber imaginado nunca es que ellos mismos resistirían, en este mismo emplazamiento y 154 años más tarde, un arduo asedio, traicionados por sus propios mandatarios y hermanos de religión, que decidiría su final, como si de una macrabra y retorcida maldición se tratara…

Castillo de Miravet

Del castillo de Miravet dependían 27 casas y durante un tiempo el maestre ostentó el título de encomendador de Tortosa-Miravet. Fue el Distrito de Ribera, a medio camino entre la encomienda y la província. La descentralitzación suposo su desparición, però el encomendador de Miravet mantuvo su autoridad superior sobre las subsiguientes encomiendas y casas en que se dividió (Horta, Gandesa, Villalba y Ascó-Ribaroja).

La disolución de la Orden, en 1314, comportó la entrega de sus dominios y posesiones a la Orden del Hospital, que pasó a depender de la castellanía de Amposta (hasta el año 1835).

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