Fundación y orígenes del Temple
El 15 de julio de 1099, la toma de Jerusalén puso fin a la Primera Cruzada (1096-1099) a petición del papa Urbano II.
Tierra Santa fue reconquistada pero los caminos para llegar a ella eran inseguros. Ataques, robos y asesinatos acechaban a los peregrinos que arriesgaban todo en su viaje.
Fue entonces cuando dos caballeros, Hugues de Payns y Geoffroy de Saint Omer decidieron ofrecerse al rei Balduino para contribuir con esta misión.
En 1115, otros nueve caballeros se unieron a ellos formando la cofradía de los "Pobres Caballeros de Cristo", todos bajo el emblema del "Beauséant", bandera rectangular dividida en dos cuadrados, uno negro y otro blanco.
El rey de Jerusalén puso a su disposición una parte de su palacio, construido sobre las ruinas del antiguo Templo de Salomón, de ahí se intuye el cambio de nombre por el de "Milites Templi Salomonis".
Hasta 1126 no se tienen noticias de ellos hasta que el conde de Champaña decide dejarlo todo, familia, posesiones y poderes, para ponerse al servicio de su antiguo vasallo, Hugues de Payns.
No obstante el papa Honorio II se negó a reconocer la cofradía sin el aval de las demás órdenes monásticas, de ahí que de Payns insistiera a Bernardo de Claraval, patrón del Císter, a que apoyara su causa y intercediera ante el papa.
El resultado fue el "Elogio de la Nueva Caballería Templaria" y la celebración del concilio de Troyes, el 14 de enero de 1129.
En 1130 la Orden del Temple fue reconocida oficialmente por la más alta autoridad religiosa, lo que atrajo un gran número de caballeros dispuesto a abandonar los fastos y glorias para formar parte de la "caballería de Diós", convirtiéndose en frayles-guerreros al servicio de la cristiandad en la lucha contra los infieles, tanto en oriente medio como en la Península Ibérica, por donde el Islam amenazaba igualmente los reinos europeos.